Tengo que leer tres textos
para hacer un trabajo:
las ganas las tengo en cero.
Tengo siete libros empezados
y cuatro que esperan
que mis dedos rocen
la virginidad de sus páginas.
Tengo ocho verdes
infinitos amarillos
tengo una tecla de enter que
espera por arreglarse
Tengo hojas en el suelo
y colchones en el pasto
Tengo otoño en mis pulmones
primavera en mis pupilas
Tengo aire
tengo invierno en tus cobijasTengo sueño
tengo sueños
y un Rodolfo
Tres abuelos coquetos
Un gato chino de la suerte
ningún supermercado chino en el barrio
Tengo dos pantuflas gigantes
Tengo dos pantuflas gigantes
que se están por deshacer
17 peliculas que nunca veré
y 8741 que ni siquiera conoceré
Tengo tres direcciones que buscar
calles que pisar
milcientocincuentaiun cosas que hacer
Tengo ganas
Tengo angustias
por los mundos que nunca veré
las canciones que no oiré
y los libros que aun no se han escrito
Tengo oleajes
marejadas en mi habitación
Tengo alas fluorescentes
y 34 pestañas que me cuentan
el estado emocional de la gente
Tengo vientos
tengo llaves
algodones
y nueve gorros
para proteger la cabeza
de nueve agustinas.
Tengo un flequillo de rayos láser
para detectar buenas personas
y zapatitos mágicos
que me cruza en su camino
Tengo tres hermanos
y varios amigos
Uñas de colores
y partituras de piano
tengo un giratiempo
un ornitorrinco
mi piedra filosofal
mi balsa y mi parapente
también mi ancla
mi guerra y mi paz
mi amor de cuatro estaciones
y una pequeña antena que me repite
las 25 horas del día:
que uno más uno, puede ser uno.
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Buscar uno de tus libros predilectos de la infancia y no encontrarlo. Eso es triste.
Estuve media hora revolviendo y no hallé "Cuentos Ridículos", de Ricardo Mariño. Toda la colección a la que el libro pertenece, estaba en mi repisa, pero justo ESE no.
Por suerte me acordé que había pasado algunos de mis libros de chica a la biblioteca...¡y ahí estaba! Solitario, polvoriento...el único desterrado de la colección (probablemente por los otros textos, celosos de saberlo favorito), esperando que lo volviese a buscar (seguro de que en algún momento de mi vida lo haría) y le devolviese su lugar junto a los otros. ¡Qué contenta me puse ya con sólo ver el dibujo de "Cinthia Scotch y la mandarina ridícula" en la tapa!
Hoy a la noche me pongo a leer "Los más famosos inventores de inventos ridículos" y alguno más, y estoy hecha.
"Las pequeñas felicidades de la vida", eslogan publicitario del que hago uso en en día de la fecha, pertenciente a alguna publicidad de café, tarjeta de crédito, o laxantes, quien sabe.
Yo estoy feliz.
(Y me tiene sin cuidado el estado anímico de J. R. Riquelme)(Sí, la colección se llama "Pan flauta")
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