domingo, 3 de abril de 2011

A falta de lamparitas de colores...la soledad del hombre postmoderno (?)

Buscando los famosos foquitos coloridos del barrio de La Boca, encontré algo completamente lejano (tanto en tópico como en ubicación geográfica) que me gustó.
Una nunca se acuerda de todo lo que su cabeza ha hilvanado; menos que menos cuando se trata de algo con dos años, cinco meses y tres días de antiguedad. Sí, acabo de hacer uso del famoso "puntoycoma" (ese que lograba hacer sonar a los participantes de un juego que no hubiesen podido esconder sus pequeñas anatomías, una vez pronunciadas las fatales palabras). El viernes, un profesor bastante parecido a un George Lucas tercermundista, intentó explicar el correcto empleo de dicho signo de puntuación a un grupo de acalorados jóvenes. ¿Aprendí? No, ¡si yo ya lo sabía!

Dejando de lado las canchereadas gramaticales, 
hace un rato sentí la emoción que sólo obtiene aquel que descubre
creaciones olvidadas 
debido al paso del tiempo
o, en mi caso,
debido a la obsolescencia de cierta red social,
-condenada prácticamente a la muerte virtual-
cuyos restos han quedado dignamente sepultados
en las arenas del gran Abasto
(junto con algunos pantalones flúocolor y extensionables cabelleras).

¿De qué se trata el descubrimiento?
Una especie de pequeñísima reflexión cuya temática ya expresaba E.A. Poe en "El Hombre de la multitud" ,  (http://www.ciudadseva.com/textos/cuentos/ing/poe/hombre.htm). Reflexión que me tomé el trabajo de corregir y reformular (porque una crece y las perspectivas cambian, ¿vio?). Tal vez, quien sabe, de aquí a unos dos años, cinco meses y tres días más, me halle, nuevamente, en esta misma tarea, reformulando lo reformulado. Me gusta pensar eso. Me estoy hablando a mi, Albertinaerea futurista... y andá ahí a preguntarle a Valeria Mazza cual es la última moda, Primavera 2013, Hot.

Sin más preámbulos, la imágen y su respectiva reflexión:




En definitiva, siempre son nuestras vidas 
las que se yuxtaponen, 
se tocan sin rozarse
te miran sin-mirarte.
Caminan con la mirada perdida 
y los ojos en la nada
sin timonel, ni rumbo, ni brújula,
esos que han de llamarse
"human race".
Nadie se detiene a esperar,
porque lo primero es el tiempo,
y el tiempo es llegar primero.
Siempre un paso más adelante 
que vos,
lo primero.
Lo segundo,
¿saben hacia dónde corren,
esos que corren por correr?
Me gustaría seguirlos, 
sólo por pura curiosidad
sólo para que algo me aclare
a dónde se dirigen con tanto apuro.
¿Quizás me estoy perdiendo de algo?
¡pero sí la olla de monedas al final de mi arcoiris
ya la encontré!
Entonces...
alguna verdad iluminadora
en el fondo de quien sabe qué camino, quizás;
la piedra filosofal;
el santo grial;
las manos de Perón;
el libro de la vida de Cris Morena...
¿Qué es lo que no estoy viendo?
Porque correr, no corro.
O es que no entiendo a muchas personas,
o es que no me entienden a mi.
Lo tercero,
¿sabés algo de mi? ¿qué se yo de vos?
y aun así, seguimos yuxtaponiéndonos
como figurines traslúcidos
como hojas de calcar que se quiebran
al contacto del lápiz.
No nos sentimos
ni nos reconocemos
porque estamos sin-estar.
Mi brazo roza tu codo,
en cualquier subterráneo
en el asiento del tren
en la fila del supermercado
en la calle y en el colectivo.
Somos el Hombre en la multitud.
Mi brazo roza tu codo,
pero vos no me mirás a la cara.